Hay pocas palabras tan cotidianas y, al mismo tiempo, tan cargadas de prejuicios como “azúcar”. En la mesa familiar, en la publicidad televisiva, en los consejos apresurados de consultorios y grupos de crianza, ese término funciona a menudo como sinónimo de culpa: culpable del sobrepeso, culpable de la hiperactividad, culpable…

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