Un niño que aprieta contra su pecho una fotografía, mira la pantalla del teléfono con la esperanza de ver una cara conocida o se queda dormido escuchando una llamada grabada: esas imágenes, tan comunes en barrios y pueblos donde la migración laboral es parte del paisaje cotidiano, condensan una realidad…

Este contenido es Premium. Para acceder al contenido completo, canjea tu código aquí.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *